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En los últimos años, se ha extendido el consumo de productos de ahorro, inversión y financiación, pero este auge no ha ido acompañado de un mayor conocimiento de sus riesgos e implicaciones. Esto ha llevado a muchas personas a poner en peligro sus patrimonios, al sobre endeudamiento o a escenarios difíciles que son complicados de resolver.

Esta situación ha hecho que cada vez sea mayor la preocupación de los organismos internacionales, gobiernos, supervisores y reguladores por la educación o alfabetización financiera de la sociedad.

Durante todo el día tomamos decisiones que afectan a nuestra economía hoy y en el futuro, y también a nuestro patrimonio. La previsión y la cobertura frente a imprevistos son herramientas claves para garantizar nuestra vivienda, la salud o nuestra futura pensión. El seguro se convierte en un aliado para salvaguardar nuestra integridad, la de nuestra familia y la de nuestro patrimonio.

Ante algo tan importante, merece la pena tener los conocimientos suficientes para tomar decisiones informadas y acertadas.

Desde los gobiernos e instituciones y las organizaciones cercanas al mundo de la educación se debe fomentar el conocimiento de la cultura financiera y aseguradora. Un sociedad que tiene cultura financiera es una garantía de un cierto nivel de bienestar social y favorece el crecimiento.